domingo, 29 de agosto de 2010

Blade Runner, la ciudad es la estrella de la película

La primera imagen de la película sobrevuela la ciudad de Los Ángeles en 2019. Es una declaración de intenciones fundamental por parte del director Ridley Scott, dándole a la ciudad, desde el primer fotograma, un papel protagonista. Es una imagen que algunos han relacionado con el infierno de Dante. En ese infierno va a tener lugar la historia de la película.


Hasta ahora no había dedicado ningún artículo a la ciudad en el cine. Sí, si esta fue representada por medio de la pintura, el cómic, los videojuegos, la fotografía, incluso la miniatura medieval. Para el estreno mundial de este blog en el medio cinematográfico traigo Blade Runner, nada más y nada menos. No sabía que esta, para mí, maravillosa película, hubiera provocado tal cantidad de literatura desmenuzándola en todos los aspectos imaginables. Como es propio de este blog, me centraré en la imagen de la ciudad de Los Ángeles en 2019 según la imaginó Ridley Scott en 1982, mostrando algunos de los fotogramas de la película que describen la ciudad, con algún comentario, bien tomado de alguno de los artículos que antes comenté, o bien de mi propia cosecha. Los fotogramas se muestran por orden de aparición en la película. Como siempre en este blog, prevalecerá la imagen sobre la palabra. A ver si os gusta.




UNA MÁQUINA TERRIBLE Y COLOSAL; La ciudad respira y eructa violentamente, parece tener vida animal; tras sordos rugidos estallan imponentes llamaradas de fuego, como un monstruo espectante. Ya desde el inicio, la ciudad, el escenario de la acción, acogota al espectador y le mantiene en tensión hasta el final. Uno de los nombres imprescindibles de esta película es "Bob Spurlock, experto en filmación de miniaturas, quién tiene gran parte del mérito en alguno de los planos más icónicos del filme, como este que abre la película, en el que invirtió cuatro semanas. El experto rodó infinidad de explosiones en las instalaciones de EEG (empresa experta en efectos especiales) y en el desierto, trabajando codo con codo con Tom Cranham, constructor de miniaturas cuya precisión era casi enfermiza" (Toni García Ramón).


LA ARQUITECTURA DEL PODER; La sede Tyrell, la sede de la compañía que fabrica los humanoides "replicantes", parece seguir el modelo de un templo maya, edificios obsesionados por elevar hacia el cielo la “cella” de culto, el lugar por excelencia para la conexión con los dioses, con una segunda consecuencia, el dominio simbólico, visual y posicional sobre la cercana selva que se extiende a sus pies. Igualmente, en el filme, la corporación Tirell, depositaria de un poder casi divino -también crea semihombres-, habita en las partes altas de esa kilométrica pirámide neo-maya, gobernando desde la altura un miserable inframundo habitado por débiles, apátridas y marginados. Otros teóricos la presienten como una amenazante Torre de Babel, e incluso otros, como una pirámide egipcia. En todo caso, la simbología es la misma; el poderoso siempre por encima de los débiles, y desde luego en este tema Scott acierta de pleno en que seguirá así en el futuro, pues cada día que pasa los poderosos son más fuertes y más despiadados.




CIUDAD CIBERNÉTICA; es difícil distinguir edificaciones independientes. Parece como si todas las construcciones, sin distición, estuvieran ligadas y conectadas entre sí y a un cibernético cerebro central, a modo de una contaminante instalación industrial. El aspecto tecnológico de muchos de los edificios sugiere esta idea.



CIUDAD SIN FUTURO; el final de esta ciudad de Los Ángeles de 2019 se anuncia en “enormes imágenes que flotan como nubes de neón”. En ellas se anima a sus habitantes a abandonar la ciudad y emigrar al “Offworld”, las colonias espaciales donde las condiciones habitacionales son mejores. Sólo los más débiles y miserables, los que carecen de recursos económicos, permanecen condenados en un ghetto en descomposición, que es en lo que se ha convertido la Tierra. Como siempre, sólo una subclase tiene que hacer frente al terror de la decadencia urbana.



CIUDAD FASCINANTE; a pesar de todo. "La fotografía de Jordan Cronenweth debía mostrar un mundo futuro y sibilino, que se mueve tras las luces de neón, y que resulta inquietante a primera vista" (Toni García Ramón). También consiguió, pienso, reflejar un mundo misterioso e hipnotizador y fascinar con esa elegante estética de la decadencia.




CIUDAD INTEMPORAL; Buscando intecionadamente ese eclecticismo en el que todo cabe y todo contribuye a dotar de intemporalidad la época en la que discurre la historia -un eclecticismo que también se muestra en los innumerables dialectos que se escuchan a lo largo de la película-, la sede policial central se rodó en la estación de ferrocarril de Union Station, una construcción de 1939, en Los Ángeles




NUBES DE NEÓN; desde el cielo, a los habitantes de la desgraciada ciudad sólo le llegan mensajes publicitarios que sustituyen a los confortables rayos de sol y las entrañables nubes de toda la vida. La publicidad, institucional o no, adquiere una dimensión física descomunal y por tanto una presencia física permanente, a modo de lavado cerebral masivo, con enormes pantallas sostenidas por edificios de 700 pisos de altura.




CIUDAD O MÁQUINA; ya destaqué el aspecto industrial de la ciudad, semejante a una gigantesca planta petrolífera que desprecia el medio ambiente. El filme parece incidir en el lado oscuro de la tecnología, todo ello envuelto en una atmósfera insalubre en extremo que además de oscura se adivina fétida.



LA NOCHE PERMANENTE; el denso smog que envuelve la ciudad y que no se sabe bien cómo se ha producido, únicamente permite la visión del sol, como una luna, desde las alturas donde habita el poder. Otro de los privilegios exclusivos de su status social.




TRANSFORMACIÓN Y DECADENCIA; al igual que en nuestras ciudades actuales, numerosas edificaciones son el resultado de la transformación de lo heredado, simbolizando en Blade Runner la decadencia de una cultura, y por extensión, de la ciudad que la sostiene. La yuxtaposición en el tejido urbano de eclecticismo, deterioro y modernidad, caracteriza no pocas veces el paisaje urbano de esta “metafísica” ciudad, al decir de Fernando Savater, y la convierte en un icono de la postmodernidad arquitectónica para no pocos teóricos.



AUTOPISTAS EN EL AIRE; Douglas Trumbull fue el responsable de los efectos especiales. Las escenas callejeras se rodaron en un plató que anteriormente había servido para películas como El Halcón Maltés y El Sueño Eterno, pues el presupuesto de la película no alcanzaba para rodar en exteriores. Syd Mead, experto en diseño de producción, entre otras nuchas cosas, fue el responsable del mítico coche volador.



HACINAMIENTO Y PESADILLA; históricamente se ha asociado la falta de espacio y el hacinamiento en las ciudades como un signo inequívoco de su decadencia. Scott sigue fielmente esta teoría recreando unas calles con una actividad febril y donde resulta agobiante simplemente desplazarse por ellas. Representar hacinamiento urbano y miseria es la forma más obvia de presentar un futuro de pesadilla.



CIUDAD POSTMODERNA; el eclecticismo con que se seleccionaron las fuentes de inspiración para diseñar el escenario es uno de los factores claves para incluir Blade Runner en la mitología de la postmodernidad. Ridley Scott afirma que la escenografía urbana se conformó en base a un conjunto de inquietantes imágenes: Edward Hopper en pintura, el skyline de Hong Kong por la noche, Nueva York, los paisajes industriales de Tyneside y Teesside de la infancia del propio Scott, los cómic franceses –sobre todo Heavy Metal- y, con toda claridad, la película Metrópolis, de Fritz Lang.


TORRE DE BABEL; la mezcolanza de diversos idiomas -"interlingua" le llamaban-, añade cofusión y alimenta el pastiche global que es el filme, del mismo modo que Scott imagina unas indefinibles columnas -inclasificables en lo estilístico y en lo temporal-, en la entrada del Bradbury.



EDIFICIO MÍTICO; el edificio Bradbury se construyó en 1893 y prácticamente se encontraba en 1982 en las mismas condiciones de abandono y suciedad que muestra en la película, aunque en la actualida está restaurado. Aporta esos lúgubres interiores a la legendaria escena final, en contraste con su fachada exterior, un tanto anodina.



CIUDAD ASESINA; en la secuencia final no sólo Batty amenaza la vida de Deckard. También la fiera ciudad trata de tragárselo en varias ocasiones, alternándose con el replicante en la tarea de finiquitarlo. Dice Ridley Scott; "Hay ciertos momentos en las películas en las que el escenario de fondo es tan importante como el actor". De hecho, el poco cariño que Harrison Ford le tiene al filme, más bien es producto de un ataque de celos ya que -confesión del propio actor-, el director "dedicaba una toma a sus intevenciones y cincuenta a los efectos especiales y al escenario".



LA AMENAZA DEL ENTORNO; el escenario llena de inquietud permanente la historia que se cuenta. El diseño visual a veces se convierte en un personaje más. Desde la primera imagen “es el entorno visual de la película el que lleva el peso de la narración. En Blade Runner este entorno está tan fuertemente presente, y tan ricamente sugerido, que a veces sólo es necesario un diálogo relativamente poco denso para hacer avanzar la trama” . (William Timberman).




LA CIUDAD ES LA ESTRELLA HASTA EL FINAL; la ciudad, Roy Batty y Deckard, son los únicos protagonistas de la escena final, el desigual duelo entre los dos. Dice Batty; "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhauser... todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. ¡ Es tiempo de morir !".


Personalmente, entiendo perfectamente la angustia de Roy; entiendo la desaparición por extinción de un mundo físico. De hecho, muchos de los lugares y construcciones de mi infancia han desaparecido; parte del paisaje de mi adolescencia y de mi niñez no existe ya, enterrado bajo toneladas de hormigón y edificios muchos de ellos también postmodernos. Y sin embargo, conservo como el primer día emociones íntimas. Y la pérdida irremediable de esas sensaciones es exactamente lo que me agobia al pensar en la muerte; no me preocupa morir físicamente, pero sí, que esas emociones que sólo yo he vivido -aunque vulgares, pues no he estado en Orion ni en Tanhauser-, se pierdan. Como el amigo Roy.

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